ADVERTENCIAS DE ANDRÉS DE ALMANSA Y MENDOZA

Advertencias de Andrés de Almansa y Mendoza, para inteligencia de las «Soledades» de don Luis de Góngora Al Duque de Sessa y Baena, marqués de Poza, almirante de Nápoles (ed. Begoña López Bueno, OBVIL).

[…] Quiero salir al campo a defender un torbellino de pareceres y objetos (si se les puede dar este nombre) que la ventolera de algunos con título de doctos, curiosos y valientes ingenios han levantado contra las Soledades del sacro genio don Luis de Góngora […]

Cierto que creo que pudiera estar excusado de responder a estas objeciones, supuesto que ni las ha opuesto hombre verdaderamente ingenioso […]

Veamos quién hoy en esta Corte, exceptuando a vuestra excelencia, a los señores duques de Feria, Conde de Salinas, Luis de Cabrera, el maestro Valdivieso, don Lorenzo Ramírez, Lope de Vega, Cristóbal de Mesa, Maestro Espinel, Cristóbal Juárez de Figueroa, Manuel Ponce, Francisco de Rioja, el maestro Toledo y el padre maestro Hortensio pueden hablar de estas materias […] Dicen lo primero que ha usado en las Soledades y Polifemo desiguales modos en su composición, y que debía el Polifemo ser poesía lírica y las Soledades heroica, y que cambió los modos […] que ésta sea una obra suelta, véase que es una silva de varias cosas en la Soledad sucedidas, cuya naturaleza adecuadamente pedía la poesía lírica […]

Lo segundo, oponen que usa de vocablos nuevos, y pésame que cosa tan moderna como los diálogos de Justo Lipsio no hayan visto, y si visto, olvidado […]

Habrá cien años no tenía nuestra lengua la mitad de la abundancia de los vocablos que hoy gozamos, y los contemporáneos de aquellos tiempos vivían contentos con ella, y cualquiera introductor de nuevas voces padeció esta guerra que hoy el señor don Luis y, si no, volvamos los ojos al divino Garcilaso, gloria de la Casa de Feria y príncipe de la poesía española […] y veamos lo que en esto tuvo que tolerar, pues, si aquellos vocablos que en tiempo suyo parecieron nuevos, el uso los tiene connaturalizados y recibidos, lo mismo le sucederá de aquí a diez años a los que ahora parecen voces nuevas. Lo que debían mirar era si tienen propiedad, si estaban originadas de la lengua latina, si bien hispanizadas, adecuadas y introducidas en la nuestra […]

Y siendo el señor don Luis emperador en nuestra lengua, será digna de veneración cualquiera determinación suya. Lo tercero, dicen que no entienden la variedad de locuciones y de oraciones partidas, y que un ingenio tan claro y que lo solía ser tanto, ha querido, no con alteza de conceptos sino con oscuridad de palabras, hacer inaccesibles estas obras […]

Si lo entienden, no oscuros; si no lo entienden, no lo juzguen […]

Mas sentido el señor don Luis de parecerles a algunos que –aunque era único en las burlas tan de veras de que el mundo estaba lleno suyas– no sabía seguir la eclíptica de lo heroico y levantado, y que la dulzura de su modo no había de pasar a la alteza lírica y heroica, quiso enseñar no sólo serle fácil, mas ser ya difícil a sus émulos (si hay quien se atreva a serlo) su inteligencia; y no con oscuridad de voces, sino con preñados fecundísimos de conceptos que, inculcándolos, se verá cuán fertilísima cosecha, sino que, por no estudiarlos, o ya por falta del entendimiento o malicia de la voluntad, los condenan por mayor y dan por no inteligibles.