TABLAS POÉTICAS DE CASCALES

Las cinco tablas de la poesía «in specie»

Fotografía do lenzo onde se ve o retrato dste erudito e humanista español.

Francisco Cascales

Tabla primera. De la epopeia

CASTALIO.- ¿Tan tarde, tan tarde, mi Pierio? Ganado os e la palmatoria.

PIERIO.- La palma ganáis vos a todos en todo.

CASTALIO.- No penséis con essa lisonja tan conocida tapar la culpa de negligente. ¡Confesalda!

PIERIO.- A fe, Castalio mío, que me detuvo el apressurado passo que traía un conocido. No quiero dezirle amigo, que el agravio que me ha hecho y la indignación que tengo contra él le quitan este título y renombre glorioso.

CASTALIO.- Basta, basta. Desenojaos, por vida mía, y assentaos aquí, que yo comienço a tratar de la epopeia, que más comúnmente llamamos obra épica o heroica.

PIERIO.- Dezid, que ya os oigo sin apartar mis ojos de vuestro rostro.

CASTALIO.- La poesía épica no se viste de los ornamentos que prestan la música y dança a sus hermanas para deleitar; mas texe su tela, o con medida en versos, qual en el heroico y bucólico poema se ve o en un dezir suelto, que comúnmente se llama prosa. Porque los diálogos de los antiguos y muchos mimos, ¿qué otra cosa son que prosas poéticas? Xenarco y Sophrón y otros hizieron mimos, que fue una manera de comedia en prosa, ya no usada. El mimo, dize Donato, imitava las personas más viles y leves, descriviendo las actiones con grandes extremos de gesticulaciones y meneos, muy luxuriosa y desvergonçadamente. Y tales fábulas los antiguos las llamaron planipedes. Cicerón, tratando de las gracias y sales, avisa al orador que se escuse de los juegos mímicos, por ser tan llenos de lascivia, que con aquellos movimientos provocan al auditorio a torpeza y abren el apetito de la luxuria.

Y tanta fue la fealdad destos farsantes en representar cosas torpes y abominables, que fueron tenidos por infames. Y ésta es la causa que Aristóteles explica por donde casi todos los representantes son gente viciosa, aunque entre los romanos, Esopo y Roscio fueron tenidos en mucha honra. Assí que sola la epopeia puede hazer su imitación en prosa y verso. Pero nosotros trataremos de la métrica. La epopeia, pues, es el poema heroico, éclogas, sátiras, elegías y qualquier poesía donde para su ser perfecto no se requiere baile ni canto. Desta misma especie podemos llamar los Cantos o Capítulos de Dante Alighiero, en que trató divinamente del Purgatorio, del Infierno y del Paraíso, y los Triunphos famosos del Petrarca. Y en nuestra compostura de arte mayor, las Trezientas de Iuan de Mena. Pero principalmente las que por excelencia se llaman estancias, aptíssimas para celebrar las gloriosas y claras hazañas de los varones ilustres, como se ve en el Goffredo de Torquato Tasso, gran observador de la ley poética, o en el Orlando Furioso del felicemente atrevido Ariosto. Y en nuestra lengua, las Lágrimas de Angélica del casto y culto Barahona, y la Lusíada del divino Cames lusitano, y la celebrada Araucana de don Alonso de Erzilla, y los versos sueltos que en esta edad se han començado a usar, como las Piscatorias del Paterno y la Asturiada de Cortereal. También hallaréis poesía vulgar de la una y otra épica manera; es a saber, en prosa y en verso, qual es la Arcadia de Sanazaro, el Ameto del Bocacio, el Amor enamorado de Minturno, la Diana de Montemayor y el Pastor de Filida de Montalvo.

PIERIO.- ¿De manera que no admite la poesía otros géneros de versos?

CASTALIO.- Que tanto le convengan, no. Porque si queremos introduzir en la epopeia nuestras redondillas, por ser verso corto desdize de la gravedad épica. Y si le queréis auctorizar con muchos epítetos, no podrá en tan breve giro o espacio caber concepto y ornato. Y assí, obra épica no recive cómodamente tal género de verso, si el sugeto épico no fuesse muy breve, como un epigrama y cosa semejante.

PIERIO.- Pues dezidme qué cosa es la epopeia.

CASTALIO.- Es imitación de hechos graves y excelentes, de los quales se haze un contexto perfecto y de justa grandeza, con un dezir suave, sin música y sin bayle, ora narrando simplemente, ora introduziendo a otros a hablar. Dan materia al poema heroico con sus claros hechos los ilustres príncipes y cavalleros inclinados naturalmente a grandes honras, de los quales dize Xenophonte: «En ninguna manera, o Hierón, me parece que el hombre se aventaja más a los otros animales, que en apetecer la honra. Porque ni más ni menos se deleytan ellos en lo que es comer, bever, dormir y en tener venéreos apetitos y actos. Pero el desseo de la honra, ni en los brutos nace, ni en todos los hombres. Y los que tuvieren esta natural inclinación a las grandezas, estos tales diffieren muchíssimo de las bestias, y no an de ser tenidos sólo por hombres, sino por varones.» Varones son los héroes que los éthnicos ponían entre los dioses y los hombres. Y assí Virgilio, en su poema épico a Eneas, que es la persona principal que celebra y canta, le llama varón para significar su calidad y excelencia: Arma, virumque cano, &.

PIERIO.- Yo bien entiendo en esta diffinición que la épica imitación, por ser de hechos grandes y esclarecidos, se differencia de la cómica, pero no de la trágica.

CASTALIO.- La materia de la épica y trágica conforme es, mas la forma, differente. Porque la trágica representa las cosas como passan, y la épica como an passado en parte, y en parte como passan. Y el trágico tiene por fin mover los ánimos a misericordia y a miedo, y el épico tiene por fin dar suma excelencia y gloria a la persona principal que celebra.