REVISIÓN CRÍTICA DEL CORPUS POÉTICO DESCARTADO

En una segunda fase de análisis y edición de la “Musa décima”, habrá que combinar la revisión de la canónica edición de Blecua con la recuperación del legado de editores previos.

Esto permitirá reconsiderar los abundantes casos de textos expulsados del corpus sin argumentos o con razones inconsistentes.

Blecua denunció su obsesión por recuperar inéditos, pero tal vez no hizo justicia a la edición de Astrana, que dio noticia de “131 poesías rigurosamente inéditas de Quevedo”.

Sin obviar sus posibles errores, no cabe olvidar que, por ejemplo, dio noticia del importante manuscrito de la Biblioteca Menéndez Pelayo, con los epigramas inéditos a imitación de Marcial.

Además, intentó (con escaso éxito) separar los poemas que consideraba seguros de otros considerados de “probable autenticidad”.

Castellanos de Losada había añadido al corpus quevedesco ya en el siglo XIX un total de 144 textos nuevos, rechazados la mayoría por Blecua.

Janer, por su parte, respetó en 1877 la estructura de las nueve musas y estampó como una adición casi un centenar de poemas añadidos a los de las nueve musas, pero convenientemente separados de ellas, como algunos textos solo atribuidos pero no seguros. Tal deslinde marcó un camino que, aunque sea hoy escasamente reconocido, está en la base de las actuales tendencias críticas en la edición de la lírica quevedesca.

Imprecisiones editoriales de Blecua

Blecua detectó los errores de editores precedentes, pero no pudo evitar caer en imprecisiones que lastran la definitiva elaboración del canon poético de Quevedo. Como cuando se refirió a la etiqueta de poemas “apócrifos atribuidos”, que confunde lo espurio y lo atribuido.

Su rechazo tal vez demasiado vehemente de los poemas que consideró apócrifos, de forma un tanto precipitada, favoreció el olvido de los mismos e impidió en la práctica una concienzuda reconsideración de su autoría.

Asimismo, su caótica disposición temática de los poemas conllevó la destrucción casi definitiva del diseño previsto por Quevedo y la lectura distorsionada de su legado poético hasta hoy.

Al margen del centenar de composiciones no editadas por Blecua que son apócrifas con seguridad, pues han sido identificados sus legítimos autores, más de 150 aguardan aún un análisis riguroso que permita superar la oscuridad que aún se cierne sobre una maraña de testimonios únicos, copias de fiabilidad dudosa, atribuciones a distintos escritores, transmisión anónima...

Es imprescindible, en suma, revisar caso por caso los poemas rechazados por Blecua sin argumentos fehacientes.

Una brújula y un cuaderno sobre pergaminos quemados

Lo publicado en su edición es la parte más sencilla del problema, pero este otro corpus más evanescente no puede obviarse si se desea alcanzar una cabal delimitación del canon de la poesía quevedesca.

Tal vez una herramienta de las humanidades digitales como la estilometría pueda ayudarnos, pero su fiabilidad depende de la extensión del texto. Resulta bastante precisa en comedias con unos 3000 versos, pero es más insegura e ineficaz cuando se aplica a obras tan breves como un soneto o un romance.

Como se comprueba, en la lírica de Quevedo persisten parcelas importantes pendientes de confirmación.

Su magnitud es tal que, si algún día llegan a abordarse, podrían llegar a trastornar los contornos de la que se considera su obra nuclear.

Es lo que podría suceder en el caso de los poemas de la “Musa décima”.