DISPERSIÓN Y CONSERVACIÓN DE LOS MANUSCRITOS AUTÓGRAFOS DE QUEVEDO
Los poemas de Quevedo pudieron dispersarse en dos circunstancias:
- Debido a su prisión, en 1639.
- Tras su muerte, en 1645.
Sus papeles pasaron a manos de sus editores póstumos (González de Salas y su sobrino, Pedro Aldrete), pero pudieron desecharse cuando su poesía llegó a la imprenta:
- De forma inmediata, en 1648.
- Más de dos décadas después, en 1670.
Sus albaceas literarios habrían tenido acceso a documentos originales, que el impresor pudo destruir tras la publicación, según práctica común en la época.
Debe suponerse que el proceso de publicación de las ediciones póstumas de la poesía de Quevedo, en las que el poeta trabajó en la última etapa de su vida sin llegar a culminar el proyecto, provocó la destrucción de los originales.
La impresión de los poemas de Quevedo pudo implicar la destrucción de sus originales.
En un corpus poético configurado por cientos de poemas, son muy escasos los conservados en manuscritos autógrafos.
Entre ellos, destacan las silvas copiadas en el manuscrito de la Biblioteca de Nápoles, tal vez relacionadas con la estancia del escritor en Italia al servicio del Duque de Osuna, en el período comprendido entre 1613 y 1618.
Es el conjunto más extenso, que Quevedo habría querido configurar como poemario independiente, a la manera de Estacio.
Otra fuente relevante se encuentra en un volumen de la biblioteca británica: un ejemplar impreso de un tratado filográfico de Flaminio Nobile de 1569, en cuyas hojas de guarda figuran ocho poemas manuscritos autógrafos de Quevedo.
Y por último, la copia del poema «No con estatuas duras», situada en la guarda de un libro de Píndaro de 1535.
Suponiendo un corpus poético de un millar de poemas, llama la atención la mencionada rareza de los autógrafos:
Conservamos 17 silvas en el conjunto de 27 copiadas en el manuscrito de Nápoles; 8 poemas en las hojas de guarda del Tratatto dell’Amore humano de Flaminio Nobili (Lucca, 1569; British Library, Additional Ms. 12108); y el poema dedicado al Duque de Osuna «No con estatuas duras», en la guarda de Pindari Poetae vetustissime... (Basilea, 1535; BNE, R/642).

En total, 26 composiciones, una mínima parte de las que escribió.
Muchas poseen otras fuentes textuales, manuscritas o impresas, un hecho que permite el cotejo de las versiones y la confirmación de la inclinación del escritor a la lima de sus versos, a la reescritura, con propósito estilístico sobre todo.

Canción pindárica inacabada
La única excepción, con un solo testimonio, es la canción pindárica inacabada, cuyos versos Quevedo escribe y retoca en un proceso que debió de ser raudo, desechando lecturas y versos, cambiando el orden de las palabras, buscando sinónimos más ajustados al contexto.
Entre los textos copiados en el libro de Flaminio Nobili figura la versión autógrafa de un epitafio cuya única fuente textual es este manuscrito, «Salvó aventuradas flotas», y también uno de los poemas más conocidos de Quevedo, «Retirado en la paz de estos desiertos».

Es un ejemplo destacado de reescritura, pues el texto manuscrito de su mano se corrige mucho, y la versión impresa en El Parnaso español incorpora cambios notables respecto a la fuente autógrafa.

Autógrafo conservado

Soneto conservado en las hojas de guarda de un libro de Flaminio Nobili
Versión impresa

Son significativas también las versiones variantes de poemas amorosos publicados finalmente en la edición póstuma de 1648, como «Diez años de mi vida se ha llevado».
El autógrafo en las hojas de guarda del ejemplar de Nobili refleja las vacilaciones del escritor, a quien parece costarle mucho dar la redacción definitiva a la composición, sobre todo en los versos de los tercetos.



