LA INTERVENCIÓN DE CARVALHO DE PARADA EN LA CENSURA DE QUEVEDO. PARTE 2
Quevedo, hacia la ruptura definitiva con Olivares

Las dos fechas en que los documentos conservados lo relacionan con el autor español coinciden, además, con la etapa en que la crítica advirtió un progresivo enfriamiento de sus relaciones con el valido, que acabarían en ruptura definitiva.
Se suele fijar el inicio de esa hostilidad en el año 1628, cuando sufre un nuevo destierro a consecuencia de su intervención en la polémica en torno al patronato de España, con la escritura de dos memoriales.
No obstante, Juan Ruiz Calderón estimaba, en una carta dirigida a Quevedo el 1 de agosto de 1628, que el autor "en el [...] libro de Gobierno de Cristo sólo había querido decir mal del gobierno presente".
Sus posturas ya irreconciliables quedan en evidencia en la década de los 30, que se inaugura con el memorial El chitón de las tarabillas (1630). Ahora tal vez convenga adelantar el origen de esta pérdida de confianza hasta el año 1626.
En tal deriva pudo jugar algún papel el teólogo luso. Parece indudable que Política de Dios, tal como la conocemos hoy, "enmendada de libertades contra la persona real", no es una versión autorial "autorizada" como se había supuesto, sino, en términos más precisos, un texto censurado al dictado de voces ajenas a la voluntad de Quevedo.
El distanciamiento entre Carvalho de Parada y Olivares
A continuación del pasaje citado, la carta contiene aún un recuerdo para las recomendaciones con que lo honró Olivares, pese a su escasa ambición de ‘despachos’.
Apoyado por el privado, António Carvalho parece haber merecido las mercedes del monarca y el confesor real. Lo que sigue en la epístola que contiene esta esclarecedora y hasta ahora desconocida referencia del teólogo portugués a Quevedo, es la concreta petición al Conde-Duque, a propósito de las penalidades que padecen los portugueses. Una gracia solicitada a cambio de los notables servicios prestados en el pasado muy reciente, en particular su inclemente y exitoso ataque contra Política de Dios.
La misiva citada es la primera de las cuatro dirigidas al valido por el portugués en el periodo comprendido entre 1634 y 1641.
Publicadas de forma conjunta a modo de apéndice de la Justificaçam dos portugueses impresa en Lisboa en 1643, evidencian el distanciamiento progresivo entre el clérigo y el privado: si en las primeras advierte de los peligros que acechan a la corona española, la última, redactada poco después de consumada la rebelión de Portugal, puede leerse como una advertencia en el caso de que Felipe IV y sus ministros pretendan recuperar por la fuerza la soberanía sobre el territorio portugués.
El conjunto de las cartas, y en particular la primera, no permite albergar dudas sobre la especial relación de confianza que había existido entre Carvalho de Parada y el conde-duque de Olivares en el pasado reciente.
El teólogo parece haber actuado como consejero o asesor estrecho del ministro, su hechura, hasta el punto de haber sido recomendado por Olivares para otros puestos, como recordaba en la primera carta, justo después de referirse a Política de Dios.

El conde-duque de Olivares
Carvalho, Olivares y Quevedo
No se han encontrado aún huellas fehacientes de una relación directa entre António Carvalho y Quevedo, ni tampoco de una eventual enemistad entre ambos que justificase ataque tan desmedido.
Por el contrario, las cartas a Olivares evidencian que sí existió un vínculo, estrecho, entre el teólogo y el privado. Lo bastante cercano como para que el portugués le recuerde los servicios prestados cuando censuró Política de Dios, rememore su propuesta de cargos para el teólogo o aduzca el manuscrito de una obra suya que guardaba en su biblioteca.
Es posible incluso que el "padre confesor" al que Carvalho de Parada fue recomendado por Olivares fuese, precisamente, el confesor real a quien dedica su invectiva. Tampoco existen pruebas de que el valido hubiese dictado la orden de escribir la diatriba, pero los indicios alientan la sospecha sobre su probable intervención en este turbio asunto, como mínimo animando las maniobras para que se divulgase, o aplaudiendo, con íntima o pública delectación, el daño infligido a Quevedo.

Francisco de Quevedo
La existencia de la invectiva y la comprobación de su profundo impacto sobre el tratado aconsejarían un nuevo enfoque crítico sobre su texto.
Los dos manuscritos y la carta del clérigo portugués al valido de Felipe IV evidencian que la reescritura de Política de Dios no fue espontánea ni fruto de un propósito de lima estilística, sino obligada por la feroz diatriba alentada en un contexto que cabe tildar de confabulación cortesana.
En suma, la versión ‘autorizada’ se revela hoy, más que nunca, una versión censurada: corregida por Quevedo, sí, pero en contra de su voluntad autorial.
Se ha interpretado el título de la dedicatoria de Juguetes de la niñez como "un grito de independencia en un mundo de represión".
La expresión "así forzado" de Quevedo en el prólogo de la edición madrileña de Política de Dios, en apariencia, justifica su texto por la necesidad de subsanar los errores de imprenta de la princeps; entre líneas, sin embargo, se adivina, si no su "grito", su intención de delatar la auténtica razón de la última versión de la obra que entregaba a la imprenta, ya para la posteridad: la severa denuncia que, tal vez orquestada y propagada en las salas más reservadas del palacio real, "forzó" su impostada palinodia.