EVOLUCIÓN DEL CLIMA: ESCALA DE MILES DE AÑOS
El Holoceno comienza hace unos 11700 años coincidiendo con la mejoría climática tras el cese de la última glaciación. Es un período interglaciar en el que se distinguen una serie de ciclos con una periodicidad de unos 1500 años, denominados Ciclos de Bond (Bond et al., 2001), y que han sido inferidos a partir de a las trazas en los detritos rocosos transportados por icebergs en el Atlántico Norte. Por su periodicidad se les considera equivalentes a los los ciclos D-O de la última glaciación. Sin embargo, la huella de los ciclos de Bond en los testigos de hielo no es tan clara como las de los ciclos D-O, quedando únicamente registrado en los testigos de hielo de Groenlandia el evento 8.2. La mayoría de ciclos no tienen un impacto climático único; algunos corresponden con periodos de enfriamiento y otros con ciclos de aridificación.
Se distinguen 8 eventos Bond:
- ~1.400 BP (suceso climático 1)
- ~2.800 BP (suceso climático 2)
- ~4.200 BP (suceso climático 3)
- ~5.900 BP (suceso climático 4)
- ~8.200 BP (suceso climático 5)
- ~9.400 BP (suceso climático 6)
- ~10.300 BP (suceso climático 7)
- ~11.100 BP (suceso climático 8)
Las causas y factores determinantes del ciclo están bajo estudio, siendo los principales posibles orígenes las variaciones en los ciclos de las mareas, los ciclos solares o reorganizaciones de la circulación atmosférica.

Figura 19. Índice de temperatura obtenido a partir del estudio de la estabilidad térmica del mercurio determinado en turberas de O Xistral (modificado a partir de Martínez Cortizas et al. 1999). PEH: pequeña edad del hielo; PCM: período cálido medieval; PCR: período cálido romano; PN: período neoglacial.
Adicionalmente a los ciclos de Bond, cuyo impacto se cree que habría sido global, a nivel europeo se distinguen otra serie de enventos climáticos con cierta importancia entre los que destacan la pequeña Edad del Hielo, el Período Cálido Medieval o el período Cálido Romano. En Galicia estas modificaciones en las condiciones de temperatura han podido inferirse a partir de estudios de la estabilidad térmica del mercurio determinados en turberas de O Xistral (Martínez Cortizas et al., 1999).